viernes, 20 de agosto de 2010

Agua y aceite. Primera Parte.

El conflicto arabe-israelí sigue y, probablemente en el futuro, seguirá siendo uno de los conflictos mundiales más difíciles de resolver. Como si de una mezcla entre agua y aceite se tratara, los palestinos musulmanes y los judíos israelitas conviven en un mismo lugar, incompatibles, y mantienen una disputa por un territorio que ambos consideran propio, algo que ocurre desde antes de mitad del siglo XX .

A partir de 1517, los territorios de Palestina y el Este del Mediterráneo y Egipto pasaron a formar parte del imperio otomano, gobernado desde Constantinopla. Palestina estaba habitado mayoritariamente por árabes, con una pequeña y minoritaria poblacion judía (estos aún sentían especial apego por tales territorios, que consideraban sagrados y lugar de nacimiento de su religión).

Palestina vivía en la más absoluta normalidad bajo el poder del imperio otomano, si bien es verdad que surgieron diversos movimientos nacionalistas árabes que fomentaban la existencia de un pasado glorioso anterior a la conquista del imperio turco, algo que provocó diversos enfrentamientos con Constantinopla.

Durante gran parte del siglo XIX, la población judía en Palestina era minoritaria, y no representaba ni por asomo el peligro ni el poder que años adelante acapararía. La repudia y la aversión que había sufrido el pueblo judío durante siglos mejoró enormemente tras la oleada de tolerancia que surgió tras la revolucion francesa. Los judíos se establecieron en Europa y comenzaron a prosperar, hasta que un nuevo sentimiento nacionalista, con tendencia antisemita en muchas ocasiones, frustró de nuevo las esperanzas de los judíos de ser aceptados totalmente en Europa. Por ello a partir de 1880 surgió en diversos sectores de la población judía un anhelo por la tierra de sus antepasados, por su patria y origen de su religión. El movimiento Hibbat Zion (“El amor de Sión”), fomentó la llamada aliyá o inmigración judía hacia Palestina.

Theodor Herzl
Pero la población judía en Europa no desapareció, sino que se afianzó como uno de los sectores más prósperos y emprendedores del continente. Ciudades como Viena albergaron a gran cantidad de intelectuales de origen judío que destacaron en diferentes ámbitos de la sociedad, ayudando al avance y garantizando la prosperidad de las ciudades en las que vivían. No tardaron en influir enormemente no sólo en la población, sino en las altas esferas de la política. Cabe destacar el caso de Theodore Herzl, periodista que ejercía su profesión en Viena que, tras denunciar el antisemitismo del recien elegido alcalde de la ciudad y escribir una tesis sobre el verdadero estado de los judíos, llegó a la conclusión de que era necesaria la creación de un hogar para los judíos en Palestina. Esta idea coincidía con la del movimiento Hibbat Zion, y pronto Herzl organizó un congreso sionista a nivel mundial , demostrando así el enorme poder que los sectores intelectuales judíos estaban obteniendo en todo el mundo .

Durante la primera década del siglo XX en el marco internacional las alianzas entre varios países y el surgimiento de un nacionalismo cada vez mas radical no pronosticaron sino el inicio de la Primera Guerra Mundial en 1914. Gran Bretaña, perteneciente a la Triple Entente (Gran Bretaña, Francia y Rusia) aprovechó el nacionalismo árabe, que disentía del imperio turco, para así favorecer sus campañas en Oriente Medio. El apoyo de los árabes supuso una gran baza para derrotar a Turquía, pero estableció importantes compromisos para la independencia de la población árabe del imperio otomano. Los británicos prometieron a los árabes de la zona, a través de su agente Lawrence de Arabia, que obtendrían la independencia para crear un gran Estado árabe unido, que abarcaría todo Oriente Medio . Pero el único objetivo de Gran Bretaña era vencer a Turquía y ganar la guerra, y los compromisos con la población árabe no fueron sino el perfecto camino para conseguirlo.

En el verano de 1917, el gobierno británico vio en el movimiento sionista a otro posible aliado en la guerra […]al que solicitaron la tarea de apoyar el frente ruso, que corría el riesgo de perderse por completo tras la Revolución de febrero, y la de intentar galvanizar el esfuerzo bélico estadounidense.

Chaim Weizmann.
Con ello se demostró el interés de Gran Bretaña por vencer en la contienda a toda costa, utilizando para ello a judíos y árabes. Mientras estos últimos vieron frustrados sus deseos de independizarse del imperio turco, los sionistas demostraron ser verdaderamente influyentes en el gobierno británico. Prueba de ello fue la enorme influencia que el químico ruso Chaim Weizmann poseía en Gran Bretaña. Weizmann, profesor de la universidad de Manchester, mantuvo una relación en su etapa joven con diversos políticos liberales y conservadores. Uno de ellos, el antiguo primer ministro Anthony Balfour y Secretario de Relaciones Exteriores británico durante la Primera Guerra Mundial.

La guerra era el asunto principal de los británicos, y su victoria era imprescindible, por lo que el apoyo de Chaim Weizmann y del sionismo eran esenciales para que la guerra se decantara hacia la Triple Entente. La ayuda prestada por el sionismo en la Gran Guerra y la gran influencia de Weizmann sobre Balfour fueron los motivos por los cuales el 2 de Noviembre de 1917 se redactara la declaración Balfour. Dicha declaración, firmada por el propio Balfour y dirigida al barón Lionel Walter Rothschild , establecía en Palestina el hogar nacional judío:

Foreign Office,

2 de noviembre de 1917.

Estimado Lord Rothschild,:

Tengo el placer de dirigirle, en nombre del Gobierno de Su Majestad, la siguiente declaración de simpatía hacia las aspiraciones de los judíos sionistas, que ha sido sometida al Gabinete y aprobada por él.
«El Gobierno de Su Majestad contempla favorablemente el establecimiento en Palestina de un hogar nacional para el pueblo judío y hará uso de sus mejores esfuerzos para facilitar la realización de este objetivo, quedando bien entendido que no se hará nada que pueda perjudicar los derechos civiles y religiosos de las comunidades no judías existentes en Palestina ni los derechos y el estatuto político de que gocen los judíos en cualquier otro país.»
Le quedaré agradecido si pudiera poner esta declaración en conocimiento de la Federación Sionista.

Sinceramente suyo,

Arthur James Balfour .